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TRASHUMANCIA


T R A S H U M A N C I A

Desde siempre fue Navacepedilla un pueblo ganadero, de pastores y vaqueros. En el Catastro de Ensenada de 1.751, ya se relacionan bastantes agricultores que, además, contaban con rebaños de ovejas merinas1. Siempre han existido, en esta villa, los pequeños propietarios de merinas y vacas2 y los que se dedicaron a servir como pastores o vaqueros3 asalariados, de tal manera que el pastoreo ha sido la ocupación más frecuente en nuestro pueblo. La gran mayoría de los hombres, todos diría yo, han practicado la trashumancia y muchas mujeres con sus hijos, acompañaron a sus esposos a la Extremadura.
Cedida por A. Mendoza
Los pastores y vaqueros dedicaban las veinticuatro horas del día a cuidar del ganado, con calor o frío, lloviendo o nevando, en chozas de ramos, paja o juncos, en condiciones esclavistas. Medio año, muchos de ellos, separados de sus familias en Extremadura, y el otro medio en la Sierra, yendo a casa a mudarse y recoger el "jato" cada ocho o quince días. Se enfrentaban cada año a la parte más dura de la vida de los pastores y vaqueros, el recorrer trashumante de los cordeles (cañadas reales) y veredas. En otoño a Extremadura, veinte o veinticinco días de sacrificio, pasando frío, sin más cobijo que una manta, con poca comida para el ganado y habiendo dejado a la familia, en la mayoría de los casos, en la montaña. En primavera era diferente, aunque con polvo y calor, hacía mejor tiempo y lo que era más importante, se regresaba a casa.
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Otro de los sacrificios de estas gentes, es que por las mañanas, antes de levantarse el ganado, o cuando sesteaba en corrales o en sitios cerrados, ellos aprovechaban a cavar sus pequeños huertos. Era parte de su medio de vida.
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La realidad de la vida de estas gentes, nuestras gentes, tan cruda, la cuentan ellos mismos, sus protagonistas, los/as que la vivieron.


Tomo como base el relato de Fidel Jiménez, por lo estructurado de su exposición, y dentro de él, hago referencia y narro las aportaciones del resto de los encuestados:  

Fidel Jiménez, autor del relato

El tiempo en que se arrendaban las dehesas eran de San Miguel a San Antonio, "invernadero" y de San Antonio a San Miguel "agostadero". En el verano venían a las dehesas de aquí, de la sierra "agostaderos", en el otoño bajaban a los prados a comer el heno cosechado al final de la primavera, almacenado en las "almeales"4. Pasado San Miguel bajaban a pasar el invierno a Extremadura.
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PREPARATIVOS DEL VIAJE:
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- Para el ganado:
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Había que apartar y unificar, paridas por un lado y "orras"5 por otro, porque, las "orras", andaban más y tardaban menos en el viaje, mientras que las paridas andaban muy despacio porque las crías resistían menos.
Rubén Dominguez, marcando en la oreja a una vaca.
Antes de salir había que señalar a los becerros tardíos, haciéndoles las marcas en las orejas y también había un día de herradero, que consistía en poner el hierro de la casa, colocarlas los campanillos, los más grandes, a las vacas más viejas para que sirvieran de guía a las demás a la hora de pasar los ríos o atravesar los pueblos.... Los campanillos servían a las vacas de orientación. Después había que herrar a los caballos, arreglar las monturas, los serones...
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Es decir, había que preparar todos los "apeos"6, relacionados con el ganado. Los vaqueros también tenían que arreglarse sus zahones, sus leguis, sus chalecos, sus chaquetas -después aprendieron a hacerselos ellos mismos, de pieles curtidas-. Había que arreglar los zurrones para meter la ropa, las alforjas de piel curtida, para que cuando llegara el tiempo del agua no se les mojaran.
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Por último, tenían que plantearse el problema de la alimentación para el viaje. Era el dueño el encargado de preparar la "yegua del serón". "Yegua del serón", era lo mismo que almacén, iba cargada de pan, de jamón, de tocino, de chorizo..., cada vez que había que comer había que ir a por ella, había que traerla donde estaban los vaqueros y descargar. Del serón salía comida para todos.
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- Los viajes:
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En el caso de los pastores y vaqueros de Navacepedilla, salían del pueblo, vía Puerto de Chía, por San Martín de la Vega en busca de la Cañada Real de la que salían vías secundarias: cordeles, cañadas y veredas que llegaban hasta las fincas7. 
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El zagal con los "mansos". (Cedida por A. Mendoza)
La fecha para la salida a la Extremadura era pasada la Pura (8 de Diciembre) y el regreso a Gredos a partir de San Antonio8. Esto dependía de cómo se encontraran los pastos en el otoño y en la primavera. Si la primavera había sido buena, se agotaban lo más posible los últimos pastos en aquellas dehesas y si la primavera había sido mala salían para Ávila a primeros de junio, dependiendo del tiempo y de las condiciones del arriendo.
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- El grupo de pastores o vaqueros:9.
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Era el mayoral de la ganadería el que actuaba como jefe, arrendaba fincas, compraba comida para el ganado, justificaba ante el patrón, con la piel, los animales muertos, incluso, vendía el ganado en las ferias y mercados, llevando el dinero pagando todos los gastos. A sus órdenes estaban los pastores y vaqueros, que con él conducían el gando, le sacaban a pastar, organizaban la paridera etc. También solían contratar a garroteros. Junto con estos,convivían, una vez en las dehesas, los guardas, los de la labranza, etc...
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- La marcha:
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Los Mansos. Cedida por A. Mendoza
La solían hacer pastando por las cañadas y caminando a paso de marcha. El problema venía cuando había que atravesar poblaciones. Lo primero, había que coger a los "cabestros", si los había, y sino a las vacas más viejas, que son las madres de reatas que se han ido dejando y que normalmente tenían un campanillo grande, solían ser un grupo de tres o cuatro que ya conocen el camino, alguien avisaba que se quitara la gente de la calle-cordel. A este grupo reducido se las echaba adelante y toda la vacada las seguía. Otro problema venía cuando había que cruzar los ríos.  
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Cuando se cruzaban los ríos, quitando el Tajo y el Guadiana, que eran ríos grandes, cuando no pasaban por las dehesas, normalmente los tenían que pasar a nado10. Si la crecida no era muy grande, se hacía la misma operación que al pasar por las poblaciones. Se tiraban por delante los bueyes y el grupo de madres viejas y detrás solían pasar todo el ganado, vacas, yeguas, becerros...Cuando el río venía muy fuerte había que cuidar mucho y calcular muy bien dónde iban a salir, porque los becerros no hacían pie y la corriente los arrastraba. Había que tirarlas en sitios donde se calculaba que la salida era buena para que salieran por su pie. Si llegaban a un sitio que hubiera barranca las vacas podrían salir pero no los becerros.
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- Duración del viaje:
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Podía durar entre doce o quince días11, dependiendo como estuviera físicamente el ganado y qué clase de ganado, si eran pequeños o eran grandes. La jornada solía ser de sol a sol caminando. Cada dos o tres días se hacía medio día de descanso. Los descansos, para comer el ganado, se hacían en la cañada real, si el año era abundante y sino, había que arrendar, o bien cercas, o bien prados, para que, medio día o un tiempo así, comiera el ganado y se repusiera para poder seguir el camino.
Cedida por A. Mendoza.
Los descansos de los pastores o vaqueros, dependía si había posadas o no. Si las había, dormían "bajo techo" y sino "al raso". Cuando no se tenía corral adecuado, se dormía al raso y se establecían turnos de vigilancia que cuidaban que el ganado no se espantara y no se marchara de allí.
- Las comidas:
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Las comidas que solían hacer los pastores o vaqueros, eran de la yegua-almacén, como ya se ha dicho. Cuando llegaban a posadas les solían hacer comida caliente, se la preparaban en un caldero y en él se la comían, bien en la posaba o bien en el sitio donde tenían el ganado, en el "rodeo". Solía ser carne con patatas, arroz con bacalao, pollo con arroz...  
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La distancia recorrida por día, dependía si el terreno era más o menos accidentado y sobre todo, del piso. No era lo mismo caminar por terreno llano donde las pezuñas aguantaban bien, que donde había pedregal o terreno muy duro, donde las pezuñas se escocían12.
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- Climatología:
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Paisaje otoñal. La crudeza del invierno en Navacepedilla
animaba a  los ganaderos a trashumar a la Extremadura.
Si la climatología era buena, las dificultades durante el viaje eran mucho más llevaderas. Si era adversa, las calamidades se multiplicaban, porque en cuando empezaba a llover, aunque tenían sus capotes y mantas, terminaban calados y no se podían secar porque no podían encender lumbre en las paradas que hacían en el cordel. Además de esto, cuando llovía mucho, los ríos llevaban mucha agua, había que cruzarlos a nado montados en caballos, pero se los mojaban las ropas, las monturas, se les mojaban todo.

 Tenían que tener mucho cuidado para que no se les mojara nada de lo que llevaba la yegua-almacén que era la comida. Siempre había uno encargado, para cuando había que cruzar ríos, que tenía la responsabilidad de cuidar la yegua de los alimentos para que ésta no se tirara junto con las otras, porque si se mojaba, se podían quedar sin comida.
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Por dónde cruzaban:
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El Tajo era el único río que cruzaban por el puente Almaraz. Y cruzaban por el puente de la carretera que a su vez era Cañada Real. Tenían que cortar el tráfico para que ningún coche entrara en ninguna de las dos direcciones. Cortaban el tráfico poniendo un garrotero a caballo a cada lado con un buen garrote y con la consigna del mayoral que si alguien no le respetara le pegara un garrotazo en los cristales y se los metiera para dentro hasta que pasaran las vacas.
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Si un coche se pasaba, podía producir una verdadera catástrofe porque como el puente Almaraz tenía los muros laterales no muy altos, la vaca que se espantaba se tiraba del "puente para abajo" y esa, era vaca muerta .
Ejemplar de raza avileña. (Fot: Luis F. Vergas)
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Los vaqueros normalmente pasaban en barco o daban la vuelta para pasar por el puente, pero no siempre ocurría eso. Cuando cruzaban el Guadiana -normalmente discurría por las inmediaciones de las dehesas- a las vacas las daba el olor de la hierba verde y no había quien las contuviera. Entonces buscábamos un sitio para "tirarlas". Si no se cruzaba por el "vado"13, tampoco había problema porque aquí se tiraban ellas solas, cada vaca cogía a su cría y no hacía falta coger bueyes ni coger nada. Todas se lanzaban adelante.
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Avileñas, descansando en Velacha. (Fot: Luis F. Vergas)
Los "apeos" y las monturas las pasaban en los barcos. Eso cuando se llegaba a las fincas. A la salida, en Junio, salvo excepciones se cruzaba el río por el vado, porque en esa fecha el río había bajado bastante y si no había que repetir lo mismo.
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- La estancia en Extremadura:
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Si abundaban los pastos, normalmente no había ningún problema y llegaban hasta febrero solamente echándolas paja, pero si la primavera se retrasaba, había que echarlas harina, sobre todo a las paridas. La hacíamos en "masones"15
Foto: L.F.Vergas
Otra de las tareas era la atención en la paridera, ahijando16 a las que no aceptaban la cría. Se aprovechaba el invierno para domar potros o potras que luego serían yeguas de carga o caballos para montar, y también, para domar a los "cabestros"17 que luego servirían para orientar a la vacada o ser uncidos para tirar de las carretas. La doma de los bueyes solía consistir en: primero, cuando eran novillos, se los capaba, después se los ponían los campanillos, se les uncía con otro buey viejo y se les ataban arados, naturalmente de mentira, y juntos solían ir aprendiendo hasta que terminaban enseñados.
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Se llevaba el control de cada cabeza de ganado, es decir, cada vaca tiene su nombre que suele venir de la reata y se apuntaba si había parido un becerro o becerra, de qué semental se habían "toreado"18... Al menos un par de veces en la temporada de invierno se solían señalar a los becerros. La señal implicaba hacer la marca de la ganadería en las orejas. La señal que llevaban en las orejas, las ganaderías de las que te estoy hablando eran dos zarcillos, uno en cada oreja, o bien, un zarcillo y un remisaco. Eran de dos amos diferentes que pastaban juntas y cada una respetaba su propia señal.

Vacas avileñas,en el Agostadero. (Foto:A. Lopez)
Antes de salir para el agostadero, es decir, para Ávila, se vendían los becerros, las vacas y los toros que ya eran viejos, que se solían llevar al matadero de Mérida. Se vendían los potros de las yeguas en las ferias, tanto de Mérida como de Guareña. Se decidía también las becerras que se iban a dejar para vida que después se convertirían en vacas. Naturalmente éstas ya se quedaban bien señaladas, hasta que luego, en la toñada, cuando estábamos en Navacepedilla, se la ponía el hierro, la marca de la ganadería.
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Cuando se moría algún animal19, el vaquero o pastor tenía que desollarle y, justificar al amo, con la piel, que el animal se había muerto. La piel, a falta de otra mejor prueba, era suficiente para justificar la muerte del animal ante el patrón. No es el caso que nos ocupa20.
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- Vida y costumbre de los pastores y vaqueros:
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Vivían en chozos hechos de palos y cañas, tejidos con una cubierta de juncos, que era lo que hacía escurrir el agua cuando llovía, la forma era de casquete esférico. En la sierra, solían tener una base cilíndrica hasta 1,50 ó 2 m. de altura, y encima, el casquete esférico cubierto de ramos.
Chozo Blanco en Serrota. (Fot: A.López)
En el interior, alrededor las camas, de palos clavados en el suelo, otros entrecruzados y encima juncos o sacos con paja. Más adelante cuando apareció el maíz eran más cómodos porque los sacos(colchones) se rellenaron de palomitas de maíz. Había una cama que no se aplicaba para dormir, en ella se colocaban los "apeos": serones, alforjas, morrales....La ropa la teníamos en un recipiente de madera, metida en sacos, alforjas y zurrones. En el centro de los chozos se ponía una lumbre no muy grande, "cuatro tizones", para que no se quemaran las camas y, en el techo, también en el centro, se ponía una alambre de la que se colgaba el caldero en el que se hacía y se comía el guiso21. No existía chimenea, el humo se iba filtrando a través de los juncos del chozo. No podía entrar el aire porque podía prender las camas y el propio chozo. Había que tener mucho cuidado con la lumbre.
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Foto: Luis Felipe Vergas
No siempre el pastor o vaquero podía llevarse a la familia porque el chozo era una cosa muy reducida y a veces lo tenía que compartir con otros empleados que hubiera en la dehesa: cortadores, gente de la labor etc... Si el ganadero, pastor o vaquero no disponía de un chozo para el sólo, no se podía llevar a su mujer e hijos y por lo tanto no los podían ver desde la Pura hasta Junio.
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Resto de Chozo en la Sierra. Fot: L.F.Vergas)
¿Qué hacían en Extremadura los hijos de los pastores y vaqueros ? Muchos días no tenían con quien hablar, había días que no hablaban más que con sus padres y sus padres con sus hijos, a no ser que coincidieran en alguna linde con los guardas, pastores o vaqueros de las otras dehesas. No podían ir, por tanto, al Colegio. Eran los padres los que servían de profesores, Se disponía de una enciclopedia Grado ÁLVAREZ -conviene citarlo- con la que aprendíamos de todo, a leer, a saber cosas. Claro que, como los padres ni sabían ni lo explicaban, tampoco los hijos teníamos mucho interés en coger el 7+libro. En la pizarra nos ponían las cuentas y el objetivo era saber dividir porque, sabiendo dividir, sabíamos también sumar, restar y multiplicar. Todos los días hacíamos una cuenta de dividir y nos decían los padres que haciendo esto ya teníamos bastante. La escritura nada tenía que ver con las faltas de ortografía. Lo de las "bes" y las "uves" era a tanteo, si habías puesto muchas bes luego tocaba poner uves. Normalmente los hijos no solían ir al pueblo para nada a lo largo del tiempo, el propio padre te cortaba el pelo con unas tijeras y un peine y salvo que hubiera alguna necesidad imperiosa no salíamos de la dehesa.
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El Cancho, lugar de cita de Pastores y Vaqueros.(F:E.Sánchez)
- La alimentación:
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El pan lo traíamos del pueblo en un saco, cada veinte días. El menú era sencillo: el almuerzo eran migas, la comida cocido y la cena patatas con arroz o fiambres. Si algo se había pescado o cazado se guisaba y disfrutábamos de comida extraordinaria. Para beber había que ir a alguna charca que estuviera cerca del chozo, o había que ir al propio río con los cantaros y botijos para traerla.
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Cuando se moría algún animal y se le cogía a tiempo, para aprovechar la carne, sobre todo de las partes magras, se hacían "chumarros"22 que se comían, casi siempre, en el cocido. Normalmente era así como se aprovechaban los animales que se morían, que a criterio del vaquero o mayoral, se morían de alguna enfermedad que no pudiera ser mala, pero eso sí, era a criterio suyo, ninguna prueba para poderlo saber. Nunca pasó nada por este tipo de alimentos.
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- La intendencia:
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Al pueblo se iba en caballo, cada veinte o treinta días. Se compraba el arroz, bacalao, algunas patatas, y se traía la correspondencia para todos los vecinos de las dehesas de alrededor. Era un compromiso que había entre todos los vaqueros. Posteriormente, también a caballo, tenía que hacer de cartero y repartirla. Normalmente no se conocía el nombre de los destinatarios pero sí el de las dehesas que venía expresado en el sobre.
Almeal. Almacenamiento de hierba para el invierno.(Fot: E. Vergas)
Los alimentos que se compraban eran, sobre todo, alimentos no perecederos, fáciles de conservar. Los teníamos que poner en sitio fresco en el chozo o, a veces, colgados para que no se los comieran las ratas.
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- El ocio:
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¿Qué hacían allí los vaqueros?. No hace mucho tiempo que en las dehesas no se disponía ni de luz, ni de radio, ni televisión, ni llegaban los periódico ni llegaba nada. ¿Cómo se entretenían?. Cuando se juntaban todos, por la noche, se sentaban alrededor de la lumbre a contarse las historias, a hablar de lo que había pasado en el día, de cómo estaba el ganado y, sobre todo, del tiempo. Los mayores contaban las cosas que les habían pasado, los pequeños les escuchábamos y así íbamos aprendiendo. Hoy las cosas han cambiado, en la mayoría de las dehesas tienen su propia luz y los pastores y vaqueros no se quedan en chozos, tienen sus propias casas, o a veces, duermen en los pueblos más próximos y el ganado se queda solo.
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El día de Nochebuena o cuando se moría algún animal de alguna dehesa de alrededor, se juntaban todos los pastores, vaqueros, guardas y gentes de la labor, y, aprovechando eso, se solía organizar la fiesta. Primero ayudábamos a desollar el animal, se repartía la carne, y al final, se solía cenar juntos. Pero sobre todo, el día de Nochebuena. Ese día nos juntábamos en una de las dehesas todos los de las de alrededor, cada uno llevaba lo que tenía, unos carne, otros algún pollo, o alguna pieza de caza o pesca, y comíamos y nos divertíamos todo el día y el siguiente. En la sobremesa, se contaban anécdotas divertidas, chistes y, sobre todo, se cantaban villancicos. Había una norma en la que todos debíamos participar, consistía en cantar una canción. Claro, que como siempre había alguien que lo hacía mejor, cantaba más que los demás.
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Restos de un chozo en La Serrota. (Fot: L.F. Vergas)
- Las enfermedades:
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Normalmente no se disponía de medicinas y era muy difícil que se llamara al médico. Normalmente se solían curar con remedios caseros que siempre conocían las personas más mayores. Por ejemplo me acuerdo de cómo se curaban los catarros o lo que hoy llamamos gripe. Se hacían infusiones de flor de malva que cogíamos en la primavera y que guardábamos en los talegos después de puestas a secar. Se ponían cataplasmas en el pecho que solían ser de manteca, con orégano.... y eso lo teníamos puesto durante días y ablandaba el catarro si estaba agarrado a los bronquios o pulmones. Cuando había heridas, se limpiaban bien con agua y sal. Muy rara vez se visitaba al médico, que estaba a dos o tres horas de caballo en el pueblo más próximo, y si no era muy grave, el médico no intervenía para nada. Se podía decir que la vida era más sana porque rara vez se estaba enfermo, salvo con los catarros o alguna herida.
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- Los viajes de la familia:
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Rubén Domínguez, de regreso por el  Puerto del Pico
Iban desde Navacepedilla a Extremadura. Estoy hablando de la dehesa de El Soto que era término de Guareña en la ribera del Guadiana. Empleaban tres días. Desde el pueblo a Piedrahíta íbamos en burros. Desde Piedrahíta a Béjar íbamos en un coche-correo. Allí teníamos que esperar cuatro o cinco horas hasta que llegaba el tren que venía de Salamanca con dirección a Cáceres, hacíamos transbordo y cogíamos el que iba a Mérida, previa espera de cuatro o cinco horas. En Mérida, el de la línea de Madrid que iba hasta Guareña y desde Guareña, empleábamos dos o tres horas hasta llegar a la dehesa. El tiempo de espera en las estaciones era eterno, no nos podíamos mover, cuando era invierno hacía mucho frío y nos arropábamos con mantas y aquello era un auténtico calvario. Los pequeños lloraban porque estaban cansados etc, etc.. Era poco el equipaje que llevábamos, cabía todo en una maleta y en unas alforjas. También solíamos llevar un cesto con cuatro o seis gallinas que mi madre metía debajo del asiento. El cesto iba cubierto con un trozo de saco cosido para que no se escaparan. Como el revisor nos conocía "por la pinta", inspeccionaba debajo de todos los asientos hasta que las encontraba. Como no se podían llevar, mi madre tenía que sacar un sobrebillete. Los trenes, muchas veces, eran de mercancías, pero normalmente llevaban dos o tres coches de viajeros. Se eternizaban en las estaciones, descargando las mercancías, haciendo los transbordos...
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- Anécdotas:
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En el camino, los pastores y vaqueros, solían coincidir con otras ganaderías y si tenían la suerte que el ganado lo tenían cerrado, cenaban y después de cenar se podían permitir el lujo de organizar un rato de tertulia.
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¿Qué hacían en las tertulias?. Pues en las tertulias contaban chistes, ponían acertijos, y sobre todo, se cantaba flamenco. Me acuerdo de dos cosas que me llamaron la atención. Una era "a ver quien coge un aguja sin hilo del suelo". El truco consistía en que había que desnudarse, entonces si la cogías sin ninguna prenda en el cuerpo ganabas la apuesta, habías cogido la aguja sin hilo. Para hacer esto, no tenían que estar delante las mujeres, "ropa tendida" decían, entonces, los pequeños y las mujeres fuera. Otra apuesta: "ver quien era más vaquero". Se reunían los mayorales de las ganaderías y después de exponer cada uno sus virtudes de mejor vaquero, resulta que decidieron que el ganador era uno que se llamaba Vaquero de apellido.
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Otra cosa que me contó mi padre y que le había contado el abuelo: Venían de arrendar unas dehesas y se encontraron a dos señoritos que venían a caballo. Les oyeron comentar: Vamos a reírnos un poco del mayoral y del zagal y les preguntan: Mayoral, ¿Nuestra Señora de Agosto, en qué mes cae? y contesta el mayoral: en el mes que se coge la paja enjuta para que se la coma el animal que me lo pregunta. Esto les sentó tan mal a los señoritos que como venían a caballo se fueron a buscar unas ahijadas los corrieron a caballo y los pincharon con las ahijadas. Les costó caro defender su dignidad.
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En el puente Almaraz, como tenían que cerrar el paso a los coches y camiones para que el ganado no se saltara la valla y se arrojara por el puente, se ponía un garrotero a cada lado.. Se cuenta que hubo una vez un portugués que no entendía lo que le decían y tampoco entendía porqué le tenían que cerrar a él el paso, intentó arremeter contra quien estaba allí impidiendo el paso del coche. Como el coche que disponía era un "Aiga" de aquellos pequeños y como el garrotero era un tío forzudo, se dio la vuelta, le echó mano a la trasera del coche, lo levantó y lo quería tirar del puente Almaraz para abajo, al coche y al portugués que lo conducía. Terció el mayoral para impedirlo. Convendría resaltar aquí, que siempre, la guardia civil, se portó muy bien con los pastores y vaqueros. Si descubrían que llegábamos a zonas que podrían entrañar peligro, siempre nos ayudaban y nos echaban una mano.
La Pajera. Por ella se depositaba el heno y la paja. (Fot: E.Sánchez)
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Para alimentar el ganado, tenían que comprar heno, arrendar prados, etc...El mayoral defendía el precio para que fuera lo más bajo posible para el dueño de la ganadería. Cuentan que una vez llegaron a un prado que tenía una almeal y preguntan al dueño, el precio de la almeal. Cien duros, contestó. Y le dicen: y ¿por haces?, ¿a cuánto me pone Vd. el haz?. Dice: el haz se le pongo a veinte duros. En dos haces liquidaron la almeal.
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-Las crecidas del Guadiana:
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Se recuerdan como crecidas grandiosas las de los años cuarenta, cuarenta y uno y cuarenta y siete. El río empieza a crecer y empieza a inundar las partes bajas de la dehesa. Hay que ir reconcentrando el ganado para sacarle hacía las partes altas, pero el río, cuando llueve, se compone de muchas "quebradas", que llamamos, que son badenes que empiezan a coger un montón de agua que ya no se pasan ni a caballo. Teníamos que andar con el barco para allá, con el barco para acá, para poder cruzar los propios badenes. Al final, las vacas se concentran alrededor del cortijo que suele estar en las partes más altas de la dehesa. Lo primero que hay que hacer es recoger y legar (atar) de tres patas a los becerros más pequeños porque son los primeros que dejan de hacer pie y se los puede llevar el río. Metíamos quince o veinte becerros en cada habitación del cortijo para que no se los llevara. En los chozos, hacíamos agujeros de entrada y salida de las aguas. La gente se concentra en el cortijo y se abandonaban los chozos. Desde el cortijo se comprobaba cuál es el panorama. Cada vez se ve menos tierra y más agua. La expansión del agua alcanzaba -en el caso que estoy contando- desde Valdetorres a Santa Amalia. Vino la pareja de la Guardia Civil para pedir a los vaqueros que sacaran a las familias. No querían salir. Nos pidieron que las mujeres y los niños salieran de allí, que se los llevaban en un barco. Todos en conjunto decidieron que no se iban y que se querían quedar con sus maridos y con sus padres. Todos se concentraron en el cortijo. Disponíamos de dos barcos que atamos a sendas ventanas. El agua ya llegaba al paso de la puerta. Desde dentro del cortijo lavaba mi madre los pañales de mi hermana. Alrededor del Cortijo las vacas hacían pie, pero la crecida continuaba y llegó un momento en que parte de ellas se alejaron y se las llevó la corriente río abajo23. Aunque las vacas nadan muy bien, -nadan de costado- , chocan contra árboles, contra peñas y algunas murieron.
El Portón del Corral, en las Eras.(Fot:E. Sánchez).
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Después viene el trabajo agotador, buscar las vacas. Muchas aparecieron en los montes de Mérida, Valverde de Mérida y San Pedro de Mérida, allí se encontraron bastantes. Después de este trabajo, había que encontrar dónde poderlas alimentar porque la dehesa había quedado arrasada.
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Al final, cuando el agua empezó a entrar en el cortijo, la crecida se estabilizó, porque la anchura era tan grande que no era posible que subiera más. Fue una noche terrorífica. La decisión del mayoral fue acertada porque, en último caso, hubiéramos montado en los barcos y hubiéramos permanecido quietos allí. Si hubiéramos salido, el barco podría haber tropezado con algún tronco o con piedras y nos hubiéramos ahogado24.
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Sobre las crecidas del Guadiana nos relata Lidia López cómo vivió ella, en otro cortijo, esa misma noche. Apenas contaba siete u ocho años:
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Nuestro hermano Victor era el guarda de allí y estábamos con él Eloína y yo. La dehesa se encontraba situada entre dos ríos, el Guadiana y otro que le llamaban el Guadianilla. Llovió muchísimo, empezaron a crecer los dos ríos lentamente y nos pillaron en el centro. El uno se acercaba y el otro se acercaba.. ¡Dios mío!, Teníamos un miedo... Menos mal que el cortijo estaba muy bien hecho, todo de piedra, y los pescadores nos decían: No os preocupéis, ha habido más riadas y nunca ha pasado nada, pero .... Veíamos pasar barcos con gente que tuvieron que rescatar de los tejados y evacuarlos como podían ... Veíamos bajar vacas, burros.. animales que se los llevaba el río. De hecho, dos vacas de mi hermano se las llevó el río y una apareció muerta ... Las otras vacas las tuvieron que sacar de una cerca en la que las guardaban y llevarlas cerca del cortijo. Los hombres, con el agua hasta la cintura, las sujetaban para que no se las llevara el río. Fue de pena. Eso ocurrió en Colmenarejo -añade uno que nos escucha-. Al final, de madrugada, entró el agua en el Cortijo. Nosotras en el desván. Era mucho peligro quedarte allí, pero más peligro era salir en unas barquitas que no eran nada. Como a las dos de la mañana nos subimos arriba, y el agua como metro y medio en el piso de abajo. En el desván, con nosotras, había cerdos, corderos, becerros, gallinas, de todo. Estuvieron un ratito más tranquilos pero, luego, ya más tarde, las vacas de fuera bramaban al oír a los terneros llamarlas, los cochinillos igual, las gallinas asustadas querían salir por las ventanas ... Mientras tanto, los vaqueros y mi hermano sujetando las vacas, tampoco sabíamos lo que podía ser de ellos.. Como era loseta lo que había arriba nos pusieron lumbre, porque, ¡hacía un frío!... ¡No veas lo que pasamos!... Luego se fueron a buscar las vacas.








El pueblo más próximo era Valdetorres. Cuando queríamos ir, teníamos que pasar el río en las barquitas de los pescadores, o en caballo. Luego, cuando bajó el río, había que limpiar aquello. Fíjate, nos asomábamos por el descansillo de la escalera.. Unas culebras..., ratones, toda clase de bichos andaban por la casa, el agua los había arrastrado hasta allí.
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La vida de los vaqueros, era parecida a la de los pastores pero con algunas diferencias25. Para completar el relato, debíamos escuchar a un pastor. Florían Vergas nos cuenta algunas de sus experiencias:

A Cáceres habré bajado siete u ocho años, al valle de Alcudia, en Ciudad Real, veinte o treinta.
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Florian Vergas, autor del relato
En el pueblo teníamos que estar constantemente con las ovejas por miedo a que se las comieran los lobos, en Extremadura también26. Un día íbamos Samuel y yo por el Vallejo, colocados entre los dos atajos27, para que no se juntaran. Cuando íbamos así metidos en medio, miro para lo alto, cuando "coño".. mira un lobo subido en la peña, a pocos metros de nosotros... eso era lo más corriente, había muchos.... Ya sabes lo que hacen esos, se lían a matar, a matar y no paran. Una vez a un ganadero del pueblo, le fastidiaron unas cien ovejas, entre las muertas y las que tuvieron que matar.. Los lobos muerden a las ovejas al "gañote"28 y a las vacas, yeguas y burros, a la tripa el culo29.
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Cuando tu abuelo Cándido era guarda del puerto Chía, llevaron los carneros de Francisco Ramírez a Cirbunaloco y en Cirbunaloco, como tú sabes, hay dos corrales...El pastor tenía que dormir con ellos, pero lo que pasa... como eran de piedra, los carneros no se podían ir de allí y se vino a casa. Por la mañana subimos tu abuelo Cándido y yo con él y me acuerdo que le iba diciendo tu abuelo.. ¿ cómo los has dejado solos?. Los he dejado solos porque en aquel corral no pueden entrar los lobos. Bien sabía tu abuelo que sí que podían entrar.. Resultado, cuando llegó el pastor se encontró con un montón de carneros muertos.
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Antonio conduciendo el rebaño de 
Cesareo por la calle Alcalá. Proyecto 
2001. Foto cedida por A. Mendoza.
Cuando yo bajé a Extremadura hace cuarenta o cincuenta años, se vivía en chozos30. Algunos llevaban a la familia a un chozo hecho de ramos, de pajas o de cualquier cosa, allí toda la familia, en el centro un hoyo donde se ponía la lumbre.....Cuando bajé la primera vez, con trece años, yo ganaba 4 pesetas diarias. En el año 45 yo ganaba veinticinco pesetas al mes, 10 cabras y 10 ovejas de excusa. El contrato era de palabra31. Los que ya eran mayores que servían para ahijar cuatrocientas ovejas, porque había ovejas que tenían dos corderos, otras ninguna y había que conocerlas, ese ganaba diez pesetas secas, esto hace sesenta años32.
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Te voy a contar el viaje a Extremadura más difícil que yo hice:
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Te hablo del día que salimos de aquí, de Navacepedilla para ir a la dehesa de Las Corajas en Zorita33. El tiempo era muy bueno y para que el ganado comiera mejor, en vez de tirar por Navadijos, Navalsauz, por las ventas, que era el camino de siempre, el Mayoral decidió ir por la Vega a Navarenas que está del Parador para allá, en Gredos. Ya empezó a llover y a llover. A la mañana siguiente, no pudimos salir y las ovejas cerradas en los corrales sin poder comer. Siguió lloviendo al día siguiente, sin cesar nada y, tampoco pudieron salir de los corrales. Al día siguiente, las sacamos por la tarde para que dieran algunos mordiscos..¡nada!, porque no podían comer de ninguna manera. Tres días sin prácticamente probar bocado.
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Las Gargantas ya se habían "aventado"34 todas. Al cuarto día aclaró un poco, pero como las gargantas no nos daban paso tuvimos que venir a San Martín del Pimpollar y de allí a la venta del Obispo para bajar por el Puerto del Pico. Cuando bajamos a la Villa de Mombeltrán, las ovejas iban muertas, porque la bajada del Puerto también fue infernal y no encontramos donde darlas de comer. Cuando llegamos a Navalcán y Parrillas pudimos comprar unos costales de bellotas y echárselos pero ya las ovejas iban desmayadas y ni se las comían. Llegamos a Navalmoral de la Mata, ya habíamos empleado más tiempo que el que tardábamos en llegar a Zorita. Llamamos al amo y en Navalmoral, por llamada de él, D. José Yuste, que era dueño de la fábrica de harinas, se nos arreglaron las cosas. Habíamos estado en trato con el dueño de unas cercas y no había manera. Llegó el hijo del Sr. Yuste y todo se arregló, allí estuvimos ocho días a ver si se reponían las ovejas. Llevamos más de cien a su fábrica a darlas pienso pero no hubo forma, murieron casi todas... Fíjate, lo primero que las ocurre es que se quedan ciegas. Yo tenía dos mías que ya no veían, las cogí y las salte la pared para que comieran, por la tarde ya veían las ovejas... Decidieron embarcarlas35. Otra vez llamamos al amo y las embarcamos, cosa muy mal hecha, porque deberíamos haber seguido despacio andando por el cordel, las ovejas habían comido y posiblemente hubiéramos llegado bien a Las Corajas, se hubiera muerto alguna pero no tantas. Al desembarcar en Villanueva de la Serena, sacamos más de cien ovejas muertas del tren. Se pasaron otros dos días embarcadas en el tren, porque era un tren patatero, y lo que habíamos ganado en Navalmoral, lo perdimos.. Llegamos a Las Corajas con novecientas ovejas de las mil quinientas que llevabamos. Desde Navarenas ya devolvimos a Villafranca unas ciento cuarenta. Total que perdimos, por el camino, más de quinientas... Cargamos un carro de pieles, y llevaba tantas que se hundía... ¡Claro!, ¡claro!, la piel, que tenía el hierro de la ganadería, era la prueba irrefutable de la muerte de las ovejas.
La paridera era una de las tareas del pastor.(Fot: L.F. Vergas)
Te estoy hablando del año 1.945. En Villanueva de la Serena nos quitaban las ovejas muertas del hambre que había36. Aquella noche hubo que velar a las ovejas muertas porque, nosotros, teníamos que dar cuenta tanto de las vivas como de las muertas. Salimos de aquí el 15 de noviembre y llegamos a Las Corajas el día 8 de Diciembre, dia de la Pura.
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La paridera se organiza: se echaban los carneros por San Juan y las ovejas empezaban a parir a últimos de noviembre que era cuando llegábamos a Extremadura. Hay que entender, por que llegabas por la mañana y había cincuenta ovejas paridas, según las que tengas. Ahí hay un poco lío y aún más si estaba lloviendo. Había que coger un gancho que se tenía y con él separar al cordero. Poco a poco aparecía la madre que le lamía. Cuando esto ocurría, no había problema, sacabas a la oveja y al cordero y los apartabas para ahijarlos... Allí, cuando amanecía, tenías que tener ya las migas en el estómago,.. ¡no parabas!.. Si comían poco, no tenían leche y no las interesaba ningún cordero, resultaban más corderos que ovejas y haber cómo te las entendías para buscar las madres. Si comían mucho, se "engorronaban"37 unas con otras y se quitaban el cordero y también venían los problemas, había que ser muy experto para dominar la situación. Por la noche también había que separar las paridas, porque se desahijaban muchas.
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Los carneros viejos, se capaban en el mes de marzo. En ganaderías grandes, se echaban a las ovejas por San Juan -veinticuatro de junio- y a primeros de septiembre se los quitaban. Fíjate si estarían bien dominados que en septiembre se iban solos a su agostadero.
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Otro momento importante era el esquileo. Se hacía a tijera, venían como cuarenta esquiladores, depende del volumen, en este caso eran unas dos mil quinientas ovejas. Se esquilaba, cada uno, unas veinticinco ovejas diarias porque eran merinas muy cerradas. Eramos tres legando38. Se solían pagar dos reales por oveja esquilada, por los carneros cobraban un poco más. En los esquileos siempre el amo daba de comer, a nosotros, nos dieron a cada pastor, cinco pesetas diarias para comer.
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Hemos pasado muchas calamidades. Una vez las dejamos en el Vallejo y cayó un nevada, tan grande y con tanto frío, que cuando las levantamos se dejaron la lana pegada al hielo. Todos hemos pasado esa vida. Los pastores de los pueblos de alrededor, eramos de Navacepedilla, los vaqueros, en su mayoría, eran de la San Martín de la Vega. Otro contertulio, nos cuenta cómo al pasar por los pueblos les quitaban las ovejas. Otras veces, en el cordel, se encontraban con trampas o con lazos.
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CESÁREO REY, UN GANADERO TRASHUMANTE POR LAS CAÑADAS REALES.
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Cesareo Rey y su hijo. (Foto cedida por A Mendoza)
No es extraño, que un hijo de este pueblo, haya sido el que ha recorrido con sus rebaños de merinas, como lo hizo tantas veces a Extremadura, las cañadas reales, los cordeles y las veredas, reivindicando los derechos de paso de estos terrenos públicos, contribuyendo con ello a mejorar la calidad de vida de la población rural. Tampoco es casualidad que el zagal que condujo sus rebaños, durante varios años por la geografía española, sea otro hijo de Navacepedilla, Antonio Mendoza.
Las ovejas de Cesareo Rey en la plaza de Navacepedilla
Lo hizo con el proyecto 2001 "Fondo del Patrimonio Nacional Europeo", que pretende recuperar la milenaria red española de vías pecuarias: cordeles, cañadas y veredas, con más de 12.000 km. de longitud y 400.000 hectáreas, constituyendo un entramado de corredores biológicos que comunican entre sí espacios naturales de toda España... Se pretende con este proyecto fomentar nuestras mejores tradiciones ganaderas, asegurando la difusión de un modelo equilibrado de desarrollo socio-económico, evitando el abandono del campo y la pérdida de tradiciones, conservando espacios naturales de interés excepcional, recuperando las razas ganaderas autóctonas..., los derechos de paso y recuperar estos valiosos terrenos públicos... contribuyendo a mejorar la calidad de vida de la población rural.



EN EL RECUERDO

Con tristeza pero con mucho cariño dedico este último apartado del capítulo relativo a la trashumancia a nuestro amigo, hijo de este pueblo, Cesáreo Rey, el ganadero trashumante por excelencia que paseó su rebaño de ovejas merinas por los caminos, las veredas y las cañadas reales de España.

Foto: Lorenzo Cordero. HOY.ES

Tecleando en internet “trashumancia”, me encuentro  en portada la noticia del fallecimiento de Cesáreo en HOY.ES EXTREMADURA, incluidas las páginas del Blog “DEL HUERTO A LA GRANJA” de Juan Serna. Con el  magnífico artículo de Juan de la Cruz  Gutiérrez en el periódico digital  extremeño “Región Digital”, “ADIOS A CESÁREO, SÍMBOLO DE LA TRASHUMANCIA” y constato el cariño y el afecto que en esa tierra tenían por Cesáreo, (recojo solamente algunos párrafos de sus magníficos trabajos por razones de espacio).También, como le decía al Director de HOY.ES y a Juan de la Cruz, las gentes de Navacepedilla aman a Extremadura, la mayoría con familias incluidas, pasaron algunos inviernos en esa querida tierra y algunos, como Cesáreo, han establecido allí definitivamente su residencia.


Con los reportajes en HOY.ES EXTREMADURA y los comentarios de Juan de la Cruz Gutiérrez, sobre el fallecimiento de Cesáreo cierro esta página. Solamente agregaría como perfil de Cesáreo unos pocos recuerdos. Cuando era niño y nevaba, que lo hacía con frecuencia en nuestro pueblo, y jugábamos a la guerra con bolas de nieve, el más solicitado para el grupo era Cesáreo, el más valiente.
Cesáreo con el príncipe Felipe, hoy Rey de España
Foto: HOY.ES
El que más
arriesgaba podando los chopos para que “ramoneara” su ganado era él, el que subía a la cresta de la roca a coger un nido de águila (en aquellos tiempos perseguidas) era él. Desde muy joven  bajó por la calzada romana del Puerto  el Pico, Navarenas, Las Ventas, Almaraz, Puente de Alcántara caminando con el ganado a Extremadura. Así era Cesáreo, duro como una roca, valiente, sabiendo lo que quería, constante y firme. No me extraña que bajara de pastor a Extremadura y se convirtiera en ganadero ejemplar y reivindicativo de nuestros caminos, veredas y cañadas reales. No se olvidó nunca de su pueblo  y en uno de sus tres periplos por  las Cañadas Reales hizo etapa en Navacepedilla, llenó la plaza con sus ovejas merinas y organizó una fiesta. TE RECORDAMOS.

Así recoge la noticia HOY.ES de Extremadura, en portada, en su edición del 8 de marzo de 2016:

Cesáreo Rey, la leyenda de la trashumancia, será enterrado en Valverde de Mérida.
Foto: Lorenzo Cordero. HOY.ES
"El ganadero abulense asentado en Extremadura ha sido uno de los principales defensores de las cañadas, la dehesa y la raza merina...

...Cesáreo Rey ha muerto el martes a los 83 años en Mérida. El pastor trashumante, leyenda viva de la trashumancia en España, recorrió con ovejas hasta atravesar Madrid, y encontrarse con el Rey Felipe VI (entonces Príncipe de Asturias) por los caminos. El ganadero abulense asentado en Extremadura fue un gran defensor de las cañadas y otras vías pecuarias, de la dehesa, la raza merina y sus corderos, los quesos de oveja, cordeles y veredas. Su cuerpo será enterrado el miércoles a las 12, en Valverde de Mérida..."


Así glosa la noticia Juan de la Cruz Gutiérrez en "REGIÓN DIGITAL.COM" el 14 de Marzo de 2016:


Antes de referirme al entrañable artículo publicado por Juan de la Cruz, no puedo menos de transcribir un párrafo del correo que me dirige el día 5/02/2017:


JUAN DE LA CRUZ, autor del artículo; "ADIOS
A CESÁREO, SÍMBOLO DE LA TRASHUMANCIA".
 “Tuve el placer de compartir buenos momentos con Cesáreo, como redactor de TVE y como Director del Centro Territorial de TVE en Extremadura, Madrid y Castilla-La Mancha, salpicados de interminables tertulias, de miles de anécdotas, curiosidades y estampas. A caballo, siempre, de una vida apasionada y difícil, pero genuina y de luchadora estirpe. … Y, ahora, en el recuerdo, en la distancia, y hasta en la cercanía, mi admiración por su sabiduría, generosidad, altura de miras, capacidad de ilusión y empeño por la batalla de la trashumancia…”.


ADIOS A CESAREO, SÍMBOLO DE LA TRASHUMANCIA. Por Juan de la Cruz Gutiérrez.

14 marzo 2016.

Cesáreo Rey, pastor, es uno de los símbolos y referentes de la trashumancia en Extremadura.
Foto: Lorenzo Cordero. HOY.ES.

Días pasados nos dejó Cesáreo Rey, un pastor a caballo entre los de ayer y los de hoy, que, desde la profunda cultura de campo, su esfuerzo infatigable y su lucha, cuajada de vida y pasión por el oficio que mamó desde siempre, por algo que le enorgulleció, es un referente de la trashumancia en Extremadura.

Abulense de nacimiento, de Navacepedilla de Corneja, un pequeño pueblo donde casi todos sus habitantes vivieron del pastoreo y la trashumancia, extremeño de compromiso, de ley y honor, con la riqueza de los campos que descubriera en nuestra región, siempre con su ganado de merinas trashumantes, de respeto con el proceso histórico a través de las hondas raíces vertebrales de esta tierra, a la que tanto y tantos marginaron con sus silencios y sus olvidos. Pero Cesáreo, todo corazón y todo coraje, supo ser un superviviente en medio de la corriente de la modernidad que todo lo arrasa…..
El cuarto por la izquierda es Julio
hermano de Cesáreo. Foto:

 HOY. ES
…..Cesáreo Rey, que tantas páginas e imágenes de medios de comunicación ha llenado con su rebaño trashumante, a estas alturas del siglo XXI, qué osadía y qué obra más gigantesca, y que un día de 1993, bajando de las montañas leonesas --a las que subía con el ganado en busca de los agostaderos-- en el regreso hacia los pastos extremeños se adentró por el corazón de Madrid con su gigantesco rebaño de 2600 ovejas merinas, transitando entre la Casa de Campo, la Cuesta de la Vega, la calle Mayor, la Puerta del Sol, la Plaza de Cibeles y llegarse hasta la Puerta de Alcalá, tras pagar unos simbólicos maravedíes por el paso por la villa, con sus carneros y sus caballos y sus pastores y sus mastines con carlancas, y sus morrales ganaderos con unas hogazas de pan y tocino y chorizo y queso puro de oveja, claro, que partían con una navaja, fue una persona reivindicativa desde la serenidad de conciencia, desde su convicción moral... Y es que, precisamente, por el centro de Madrid transcurre, al menos, ya, metafóricamente, una de las Cañadas Reales… 

Cesáreo en el puente de Alcántara. Foto: HOY.ES
….Cesáreo, que acaba de decirnos adiós con ochenta y tres años, vividos con la intensidad de su entrega al pastoreo, al cultivo de la cultura pastoril, era un tipo de sabiduría humana y humanista, galopando entre los balidos de sus amores, porque fue lo que le dio la vida y a la que se entregó, en medio de afanes, de avatares de todo tipo, de sueños, de inquietudes, de sufrimientos, de desesperanzas. Pero, nunca, jamás, de decaimientos como para tirar la toalla….
…Su legado es inolvidable y su obra, ahora, y ya lo irá señalando la historia de Extremadura, gigantesca. Acaso porque siempre creyó, bajo secreto de confesión, en la cultura ganadera de esta tierra extrema y dura. Para no engañarnos demasiado.
Y, aunque ya te hayas ido, Cesáreo, amigo, siempre nos quedará el legado de tus conocimientos, de tus andaduras, de tus batallas, de tu constancia, de la razón de tu persistencia.
Hasta siempre, Cesáreo.

Así vio Juan Serna a Cesáreo el 30 de Marzo de 2013, publicado en su Blog Del huerto a la granja en HOY.ES:
Cesáreo a los 80 años. Foto: HOY.ES.
Han pasado 20 años de aquel Proyecto 2001 en Defensa de la Trashumancia y las Vías Pecuarias. Las instituciones extremeñas no supieron, ni entonces ni después, entender aquella gesta. Ni sacar provecho de aquella descomunal campaña de imagen y simbolismo que pudo suponer para nuestra tierra y nuestros productos mantener, aunque fuera testimonialmente, aquella idea….

…Hace unos días he ido a ver a Cesáreo a Valverde de Mérida. Me he encontrado al hombre más sabio que he conocido en mi vida, con los 80 años ya rebasados, y con algunas limitaciones físicas propias de la edad

….Hemos recordado juntos aquellos tres años vividos con tanta intensidad, y las aventuras que forman parte ya de nuestro mejor patrimonio, y nos hemos emocionado continuamente al calor de la conversación. La vida va a seguir –si algunos no lo impiden-, pero hay cosas que, como las golondrinas de Bécquer, esas no volverán…

….Sólo nos queda preparar el homenaje que le debemos a nuestro gran trashumante que, eso sí, tendrá como bandera a la dehesa, a la raza merina y sus corderos, a los quesos de oveja, y a las cañadas, cordeles y veredas, para conservar al menos lo que aún nos queda de ellas…”.
Cesáreo, Antonio Mendoza e Isabel.

Otras imágenes cedidas por HOY.ES.
Cesáreo en el Campo



Las ovejas de Cesáreo por 
el Puente de Alcántara
Por la Puerta del Sol
Por la Puerta de Alcalá

Agradecido a:


 Los directores de Extremadura HOY.ES  y REGIÓN DIGITAL.COM por el permiso para utilizar sus reportajes sobre Cesáreo.

A Juan Serna Martín por su BLOGDel Huerto a la Granja” dentro de HOY.ES y a Juan de la Cruz Gutiérrez, por el artículo “ADIOS CESÁREO, SÍMBOLO DE LA TRASHUMANCIA” y su blog: “CÁCERES, EL BLOG DE JUAN DE LA CRUZ”.

Invito a todos a visitar estas páginas webs  para completar cómo vieron en Extremadura a nuestro amigo Cesáreo. En internet lo tenéis tecleando: Cesáreo Rey. Trashumancia.



Notas:
1 .- Sólo hay una familia que practica la trashumancia con ovejas merinas. Ahora los pocos vecinos del pueblo tienen vacas para carne como mejor medio de vida.
2 .- En contraste de la existencia en Navacepedilla de pequeños "hatajos" de merinas, cuando los reyes castellanos se dieron cuenta que el comercio de la lana podía ser una de las fuentes de ingresos, fundaron el Consejo de la Mesta (Alfonso X en 1.273) Esta organización favorece a la ganadería y de las explotaciones familiares se pasó a instituciones y personas adineradas que invirtieron su dinero en la adquisición de grandes rebaños de ovejas merinas. En la comarca, fueron famosos, en el siglo XVI, los del Convento del Risco de Villatoro. En el río Corneja, justo antes del puente en donde la carretera de Ávila a Piedrahíta le cruza, funcionó uno de los lavaderos de lana mas importantes de la región.
3.- Los pastores, en la comarca, eran, la gran mayoría, de Navacepedilla, los vaqueros, preferentemente eran de San Martín de la Vega y Navadijos.
4.- "Almeal" en lenguaje serrano, en lenguaje técnico "almiar"
5.- En Navacepedilla a las "borras" se las llama "orras". Otros distinguen entre "borras", vacas u ovejas del año y "machorras", que son las no preñadas.
6.- Los "apeos" eran todo lo necesario para el viaje.
7.- Uno de los problemas con que se encontraban los pastores y vaqueros, eran los guardas de las fincas por donde pasaba la cañada o cordel, porque al mayoral le interesaba en muchas ocasiones, que las vacas u ovejas se salieran del cordel para que comieran mejor. Llegaba el guarda y si ya te conocía no había problema. Si era nuevo, había que tantear... un cigarrillo de la petaca, la bota... Al final, si se había portado bien haciendo "la vista gorda", el mayoral le daba la propina, en el argoz pastoril "la contenta".
8.- Las ovejas salían y regresaban antes.
9.- "Garrotero" eran pastores o vaqueros que sólo acompañaban a las vacas u ovejas a Extremadura, volviendo a sus casas una vez acabado el viaje..
10.- En el caso de las ovejas, si el río iba crecido, pasaban en barca, sobre todo a la ida a Extremadura, porque muchas iban preñadas y se las podía llevar el río.
11.- Las ovejas tardaban 20 ó 25 días.
12.- Cuando el tiempo estaba seco, próxima a la llegada a Extremadura, había que dividir en dos la piara o rebaño, uno con las vacas u ovejas "aspeadas" que no podían seguir la marcha normal. Era lo que se llamaba "el regazo".
13.- El "vado" era el cauce del río menos profundo, con buen firme y, por tanto, más seguro para el ganado.
14.- Uno de los días más felices de los pastores y vaqueros, era el de la llegada a la dehesa. Atrás quedaban todo un rosario de calamidades. Por fin, podían respirar y descansar. Sin embargo, lo primero que observaban era el estado del terreno ¿había llovido?. Si había llovido se ensanchaba el corazón, habría un otoño abundante, la paridera buena y menos trabajo. Por el contrario si había sequía, arrugaban el ceño y los sacrificios serían enormes. Otro día muy feliz era el regreso a casa, los familiares iban a su encuentro al Puerto Chía, San Martín de la Vega, al Puerto el Pico. Todo un acontecimiento.
15.-" Masones" se llamaba a una harina de trigo, centeno, cebada que se amasaba y no se cocía.
16.- "Ahijar" era realizar toda una serie de historias para que las vacas que no querían a sus crías terminaran aceptándolas. Atábamos la cría, forzábamos a la madre para que la dejara mamar. Echábamos sal a la cría, en la piel, para que la madre la lamiera, a veces vinagre y otras veces leche de sus propias tetas. Eso hacía que la madre empezara a lamerla y terminara por aceptarla.
17.-Los "cabestros" eran toros castrados que habían realizado más años el viaje a Extremadura. Imprescindibles para guiar a las vacas.
18.- "Toreado" quiere decir preñadas por el toro.
19.- Las enfermedades más comunes en las vacas, era el "carbunco", el "lóbado", la "levosa". El "lobado" se agarraba a uno de los cuartos, se hinchaba y se morían. Matándolas a tiempo se podía aprovechar la parte no dañada. La "levosa", en lenguaje coloquial, se curaba sangrándolas con un palo afilado, pinchándolas en la nariz. Si no se hacía a tiempo irremisiblemente también se morían.
20.- Cuentan los hijos del amo que fueron los que se iban con el abuelo para que aprendieran de él. El abuelo tenía total confianza de la casa para arrendar las fincas que hicieran falta, como también para vender el ganado. No siempre podía estar el amo al vender el ganado en las ferias pero sí estaban los hijos, pero no tanto para controlar, sino para aprender cómo lo hacía el abuelo. Me contaron los hijos que no se atrevían a llevar la contraria al Abuelo porque "pesaba" tanto como su propio padre.Una vez me atreví a llevarle la contraría, me contó uno de sus hijos, gracias a que no me alcanzó sino me pega con el garrote. Cuando llegué a casa me costó dos guantazos de mi padre.
21 .- La caldereta y las migas eran las comidas preferidas u obligadas por los pastores y vaqueros.
22.- Un "chumarro" era carne magra, cortada en tiras. Se las echaba sal y se la ponía a secar. Al cabo del tiempo de ponía dura como una piedra. Luego se comía y estaba muy rica.
23.- Bonifacio me comenta. Yo estuve un cinco de marzo de l.947, con el agua hasta la cintura, agarrando tres burros para que no se los llevara el río. Se reventó o soltaron el pantano de Cijara. En la crecida del año 40 se llevó el río más de cien vacas de las que yo guardaba. La mayoría salieron. Se solían ahogar cuatro o cinco.
24.- La dehesa estaba situada en término de Guareña pero estábamos justo a igual distancia de Valdetorres y de Santa Amalia, aproximadamente a 12 ó 14 kilómetros de ambos pueblos.
25.- Nos cuenta un grupo de entrevistados que había diferencias, en algunos casos. Los vaqueros tenían casas, los pastores vivían con sus familias en chozos.
26.- El gran auxiliar del pastor, para defenderse de los lobos eran los "mastines". Perros grandes a los que los ponían collares grandes de hierro con púas "carraca", en lenguaje pastoril. Como dice Florían, los lobos se tiraban al "gañote". Estos perros luchaban a muerte con los lobos en defensa del ganado. Las vacas y las yeguas se defendían del ataque de los lobos haciendo un círculo, en el que metían a sus crías, así evitaban perderlos. En el caso de las yeguas, los caballos sementales o enteros solían permanecer fuera del círculo y establecer la lucha directa con los lobos.
27.- En este caso "hatajo" significa rebaño de ovejas.
28.- "Gañote" quiere decir cuello.
29.- Episodios de lobos, todos los días. Recuerdo que aquí al lado de las casas mataron una noche un montón de carneros. A mí mismo me mataron una vaca en Sanchibeco.
30.- Aquí, en la Sierra, tenían chozos de piedra con techos de ramos. En primavera, las ovejas bajaban a dormir a las huertas y con ellas se quedaba el pastor. Dormía en el "chozuelo", con armadura de ramos de sauce, con una pequeña puerta, cubierto de paja de centeno prensada. Cabía en él una sola persona.
31.- Yo ganaba veinticinco pesetas al mes "la soldada", veinte ovejas de excusa y la comida, nos cuenta otro. Te hablo del año cuarenta y siete. La "excusa" tenía dos significados. Uno, como parte de la soldada. Otro, el interés del amo, como garantía de buen cuidado del rebaño, al ser el propio pastor o vaquero el interesado, ya que en él se encontraban sus propias ovejas.
32.- A otros les pagaban menos porque tenían la "senara", otro agrega, eso era la "misión", que consistía en cinco cuartillas de trigo al año, tocino, pan y aceite diarios, según los casos.. A veces, también daban garbanzos.
33.- En los rebaños de ovejas, los guías eran carneros castrados con grandes campanillos "los mansos". Eran imprescindibles para guiar el rebaño, sabían mejor que nadie el camino. Si alguna vez, por niebla o inclemencias del tiempo, los pastores dudaban, lo mejor era dejarlos solos que ellos no se perdían.
34.- En el lenguaje coloquial de los pastores significa que había crecido su caudal.
35.- Embarcarlas quiere decir transportarlas en el tren, en este caso.
36.- Otro peligro, en el viaje, lo constituían las trampas que colocaban los lugareños en el suelo. Eran pozos cubiertos de ramas en los que caían las ovejas. También el paso por los pueblos. Abrían la puerta, y si te descuidabas, la metían en casa y te quedabas sin ella.
37.- Cualquier cordero las interesaba porque las molestaba la leche. Si el año era muy seco, ocurría lo contrario, las ovejas no comían y tenían poca leche, había que doblarlas. Consistía en sacrificar la mitad de los corderos para que cada cordero mamara de dos ovejas. De esta manera se salvaban, al menos, la mitad de los corderos.
38.- Legar era atarlas tres patas y dejarla una suelta para que la manejara mejor el esquilador. Luego para esquilarla la tripa, la soltaba la lazada y las cuatro patas quedaban sueltas.. Había zagales con botes de ceniza, de la fragua normalmente, y cuando el esquilador cortaba a una oveja, lanzaba el grito "morena" y el zagal corría presto a administrar la ceniza en la herida.






















































































































































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