SIEMBRA,CULTIVO Y RECOGIDA DE LOS PRODUCTOS HORTÍCOLAS
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Había una costumbre que yo conocí que si te descuidabas en sembrar las judías para “fréjoles”[1] o para secas, si las sembrabas antes de rayar el sol la mañana de San Juan crecían y se desarrollaban como las que habías sembrado en época, mayo-primeros de junio.
El arado
os contaré,
de
piezas lo iré formando,
y de la
pasión de Cristo,
palabras
iré explicando.
El
dental es el cimiento,
donde se
forma el arado,
pues
tenemos tan buen Dios,
amparo
de los cristianos.
La cama
era la Cruz,
Cristo
la tuvo por cama,
y al que
siguiera su luz,
nunca le
faltaría nada.
La
esteba era el rosal
donde
salen los olores,
María
coge colores
de su
vientre virginal.
La reja
era la lengua,
la que
todo lo decía,
válgame
el divino Dios,
y la sagrada María.
El
pescuño es el que aprieta,
todas
las ligazones,
en él
podéis contemplar,
afligidos corazones.
Las
orejeras son dos,
las
orejas, los clavos,
que, a
Cristo, nuestro señor,
le pusieron
en las manos.
Las
belortas y las hitas,
donde
está todo el gobierno,
significa
la corona de Jesús
El
Nazareno.
El timón
que hace derecho,
que así
lo pide el arado,
significa
la lanzada
que le
atravesó el costado.
La
clavija que atraviesa,
por la
junta del timón,
es el
clavo que penetra
los pies
de nuestro Señor.
La
telera y la chasqueta,
entre
ambos hacen cruz,
consideremos
los cristianos,
que en
ella murió Jesús.
El yugo era el árbol,
donde a
Cristo maniataron,
las coyundas,
los cordeles,
con que a Cristo le amarraron.
Los
bueyes son los ladrones
que de
Cristo iban tirando,
desde la
casa de Anás
hasta el
monte del calvario.
Los
frontiles son de esparto,
se los
ponen a los bueyes,
para que
no se lastimen
los brazos
con los cordeles.
La ijada
que el gañán lleva,
agarrada
con la mano,
significan
las varas
con que
a Cristo azotaron.
La
azuela que el gañan lleva,
para
componer su arado,
significa
el martillo
para
remachar los clavos.
El agua
que el gañán lleva,
metida
en el botijón.
significará
las hieles
que le
dieron al Señor.
Ya se concluyó
el arado,
de la
pasión de Jesús,
adoremos
a María,
que nos da su gracia y luz.
EL FUELLE
El fuelle
es un instrumento
sencillo
de manejar,
que sirve
para dar viento
y a la
lumbre encandilar.
Hoy día
esta arrinconado,
en desuso
o desempleo
y puede
ser contemplado
como pieza
de museo.
Con la
trébede y tenaza,
los tres
fueron a la ruina,
se cumplió
aquella amenaza,
ya no
están en la cocina.
Los
echaron sin piedad,
sin darles
ninguna opción,
el gas y la electricidad
fueron su liquidación.
El grosero no perdona,
y se lleva por delante
al león y a la leona,
al listo y al ignorante.
Adiós, fuelle de mis sueños,
te seguimos recordando,
juguete de los pequeños
que disfrutaban soplando.
En la
recogida de la patata se utilizaban los
cestos hechos de mimbre. Las patatas que dejaban los arrancadores se
dejaban extendidas en la tierra para que se oreasen, se las recogía, se las
golpeaba para quitarles la tierra adherida y se las tiraba al cesto. Del cesto
pasaban a los sacos, se cosía la boca del saco con la “lezna” y en los burros o
en el carro, al patatero. Las dos personas que
hacían los cestos eran el tío Aniceto que vivía en la Plazoleja y tío
Juan “el cestero” que vivía enfrente de la entrada del Ayuntamiento, en la
calle de la Iglesia. Cortaban las mimbres de un bardal especial, las ataban en
haces y las metían bastantes días en el rio para que se ablandaran y así se
pudieran moldear para hacer el cesto. Normalmente los cestos los hacían con las
varas sin pelar y las cestas con las varas peladas. Se usaban también los
cestos para llevar la ropa a lavar, para
ir al río a fregar los cacharros…
La recogida de las judías, las
de bildorao “arriñonada” que eran de mata baja, de una calidad insuperable y
los pipos morados de vara, se hacía con toda la familia y conocidos, hombres, mujeres, amigos, vecinos, pequeños,
todos. El cubo, el costal o saco y las manos eran las herramientas utilizadas. También
era muy divertido por la diversidad de personas que intervenían y por lo
relajado del trabajo.
Después de la recogida se llevaban a la era, a Peña la Hiedra o en las
propias losas a la entrada de las casas, las dejaban que se solearan y a
continuación con una vara se las zurraba para separar las judías de las
cáscaras, se las aventaba con la pala para separar las cáscaras, finalmente se
las movía en el “cedazo” y poco a poco se retiraba con la mano los pequeños
restos de las vainas y, a través de la criba, caían al suelo las pequeñas
partículas. Se iban recogiendo en
costales y posteriormente en las casas, encima de una mesa, otra vez la familia
, durante el principio del invierno se las escogía, así quedaban listas para el
consumo o la venta.
Las
varas que habían servido de soporte se arrancaban y posteriormente, con la mano
se pelaban los espárragos y se colocaban en montones. Los muchachos
aprovechábamos para ir a recoger los montones de espárragos a las huertas, y
con ellos, hacíamos luminarias en las inmediaciones del puente del río y hasta en la plaza. Al
final, los agricultores colocaban muy bien las varas en el "varero” para
utilizarlas al año siguiente.
Las manzanas prácticamente las que conocemos ahora: Reineta Blanca, Verde Doncella, Starking, en lenguaje vulgar “Morro de Liebre”….Hay una especie desaparecida la Reineta Encarnada, una manzana roja, de carne muy blanca, que duraban hasta mayo-junio del año siguiente, rica de sabor. Había unos manzanos de esta especie en La Cerrá el Camino o en el Prado Pedregal que eran enormes. Era especie muy rara en España, yo diría que local. En cierta ocasión, por curiosidad, le llevaron unas cuantas al Ingeniero de Sección Agronómica de Ávila y no las conocía. La manzana Golden entonces no se cultivaba.
La recogida vuelve a ser familiar, como con las judías y la trilla. Cada
uno llevaba su cesta, atada con una cuerda-soga terminada en un gancho de palo
para colgarla de las ramas y como a unos veinte centímetros se ataba la cesta.
Desde la escalera cogías la fruta, llenabas la
cesta y cuando la tenias llena, dejando escurrir la soga y sin bajar de
la escalera, la dejabas descender hasta el suelo, y los que estaban en el suelo
la vaciaban en las banastas ya preparadas con un pequeño lecho de paja de
rastrojo o helechos. El acarreo de las cajas se hacía como con las patatas, en
burros -llevaban cuatro cajas en cada carga- o en carro. Las vaciaban en
cuadras, en sobraos o en habitaciones de las propias casas sobre un lecho de
pajas de rastrojos o helechos para que no se macasen. Cuando las vendían, los
empleados de los compradores las escogían, las colocaban en las cajas y en los
camiones al mercado.
La
producción de fruta en la posguerra, en un año de cosecha normal, pasaba del
medio millón de kilos, en años abundantes se superaba con creces esta cifra. Siempre hablo
entre Navacepedilla y la Aldea. Era permanente ver a varias personas, desde
Octubre a Febrero, envasándolas en las cajas para llevarlas al mercado a
Madrid. Uno o dos camiones a la semana del tío Manolo salían para Legazpi en
Madrid, luego venían a comprar asentadores, también de Madrid, que les representaba
Rufino Romero y, a veces, compradores asturianos para la fabricación de la
sidra.
Otro fruto que todas las familias recogían eran las nueces. Ahora proliferan muchos nogales pero había muchísimos más que ahora. Por los años cincuenta se pagaba muy bien la madera de nogal. Sin mucho control ni autorización se arrancaron masivamente para su venta. El más grande fue el de tío Juvencio, en la huerta primera de
[1] .- Eran las judías verdes, extraordinarias. En el
cocido se echaban judías verdes o repollo, todo junto en el puchero.
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