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MOLINERÍA

MOLINERÍA1  

El Catastro del Marqués de la Ensenada de 1.751, contabiliza, en Navacepedilla, dos molinos harineros. Se citan los nombres de sus propietarios y la utilidad que les reporta en los seis meses de trabajo.
Molino de Navacepedilla.
Los dos están situados en el curso alto del río Corneja. Uno, en las inmediaciones del anejo, Garganta de los Hornos, cuyos propietarios, a principios del pasado siglo, eran el de Sebastían Rueda y Luisa "La Molinera", el otro, en el mismo Navacepedilla, al final de la calle del Molino, propiedad de Eduardo Gutiérrez2. Ambos toman las aguas directamente del río, mediante un pequeño muro o presa que se continúa por la cacera que es de poca longitud. Su situación, en el curso alto, les favorece, y con poca cacera, consiguen una altura del "cubo" de 6 -7 m.
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A mediados del siglo XX, José Rueda, hijo de Sebastían y Luisa, construye un nuevo molino muy próximo al de sus padres, en la orilla derecha del río.  Actualmente se utiliza como vivienda.

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La realidad es que podían moler durante casi todo el año. Solamente durante los meses de estío, Julio, Agosto y Septiembre, tenían problemas de abastecimiento de agua y sólo molían por la noche, porque durante el día, el agua se dedicaba a regar las huertas.

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Recogida de los granos:
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Utilizaban para la molienda, sobre todo, el centeno de los pueblos de la sierra: San Martín de la Vega, Garganta del Villar, Navadijos y Cepeda de la Mora. También el trigo, el centeno, la cebada y algarrobas de Villafranca, Navacepedilla y Villatoro.
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Molino de Luisa y Sebastian. (Fot: J.Rodríguez).
Los molineros de la zona eran: Eduardo con su hijo Celedonio, José Rueda, Alberto, el tío Esteban y los Tejos. Hacían el transporte con 5 ó 6 burros. Salían al amanecer camino del Puerto de Chía o el de Villatoro, según los casos, a recoger las "maquilas"3 y regresaban al molino al atardecer. Inmediatamente, sin pérdida de tiempo, se ponían a moler. Una vez terminada la molienda, al día siguiente o a los dos días volvían a repetir lo mismo. 
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Casi siempre subíamos juntos, me dice Celedonio, sobre todo en el invierno porque nos ayudábamos abriéndonos caminos a través de la nieve. Unos, con las palas, quitábamos la nieve y los otros cuidábamos de las caballerías. Muchas veces tuvimos que quedarnos en San Martín de la Vega porque no podíamos pasar el puerto. La pala fue nuestra compañera, sobre todo en el invierno. Eramos competidores pero buenos amigos.

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La molienda:
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La tolva, el triquitraque, las piedras,el aliviadero y el torno....
Normalmente traíamos "maquilas" de varias personas y teníamos que tener un especial cuidado de no mezclarlas. Echábamos las primeras maquilas a la "tolva", caía el grano por un "triquitraque" a las piedras que lo molían. De las piedras iba a unos vasos de hojadelata, unidos a una correa sin fin " la cañonera"4 que lo llevaba al "cedazo". En el cedazo se cernía, produciéndose harina de 1ª, 2ª, 3ª y los salvados, en el caso del trigo. La de primera y segunda se solían juntar, eran con las que se hacía el pan. La de 3ª y los salvados iban destinadas a alimentar al ganado.
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Cuando se acababa el grano de la tolva sonaba la "changarra". Era una tablilla con una cuerda y al final la changarra. Se llenaba la tolva y quedaba aprisionada la tablilla, al terminarse el grano se liberaba, la cencerra caía y pegaba en el triquitraque y sonaba. Era el aviso para volver a echar otra maquila a la tolva.
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 Cuando el grano a moler era centeno, como había mucha hambre, se molía como el trigo para hacer pan, aunque era mucho mas moreno. Cuando se dedicaba a alimento del ganado lo molíamos todo igual, sin clasificar. En este caso caía al "arnal", una especie de arca, de donde lo recogíamos con el badil. La cebada y las algarrobas, se molían más gruesas, levantando la piedra cimera con el "aliviadero"5. 
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El pago de la molienda se hacía siempre en especie. Se cobraba un celemín por fanega molida. Se llamaba la "cueza"6, igual para todo el grano molido.

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Tareas en el molino:

El cárcavo, con la botana, el rodezno y el aliviadero....
Había muchas tareas que hacer, además de arreglar y limpiar la cacera, tapar la presa7, colocar bien el aliviadero-rebosadero para desviar al río el agua sobrante, evitando que saltara por el cubo, había que picar las piedras. La de abajo era fija, pero la de arriba había que levantarla con el torno que llevaba dos abrazaderas a sendos agujeros en la piedra, la inclinábamos y la picábamos. Solíamos tardar en picar las piedras entre uno o dos días. Otro trabajo muy costoso y muy frecuente era la reparación de los dientes de madera de la rueda en el molino, no la del cárcavo, que era de hierro. Además de gastarse se podían romper. No venían con medidas y había que "aperarlos" a la medida, con la azuela y el escoplo.
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Se vivía de la molinería y de las cuatro tierras y huertas que sembrábamos. Solíamos vender parte de la harina que sacábamos por moler y cebábamos 7 u 8 cerdos, dos para casa y el resto para vender.
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El Estraperlo:
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Hubo una época, yo con 12-14 años, en la que recorríamos toda La Moraña, en busca de trigo. Atravesábamos dehesas y caminos casi intransitables. Nos pasábamos por lo menos dos días fuera de casa, casi sin dormir, procurábamos tener algún amigo en los pueblos por si nos teníamos que esconder de los civiles o delegados de abastos. Yo he ido a Viñegra, Las Berlanas, Solana de Rioalmar, Vadillo..... con cinco o seis burros, casi siempre de noche, para evitar que nos denunciaran, sin dormir o dormitando, incluso agarrado al rabo de las caballerías. Traíamos el trigo, lo molíamos y venían los "barranqueños"8 a recogerlo. Otras veces íbamos nosotros a llevarlo.

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La solidaridad de los compañeros: 
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Pasábamos tantas calamidades por los caminos que teníamos que ayudarnos. Casi nunca íbamos solos. En la época del estraperlo, nos poníamos de acuerdo en la ruta que nos interesaba y nos juntábamos dos, uno oteaba el camino y el otro conducía las caballerías.
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Me cuenta Celedonio, una y mil historias con la guardia civil y los delegados de abastos. Unas veces para que no les cogieran y les denunciaran y otras, para que hicieran "la vista gorda", para poder "trapichear" como podían. Era una vida muy difícil y teníamos que ganar dinero para poder comer.



Notas
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1.- Tomo como base el relato de Celedonio Gutiérrez, molinero desde los 12-14 años.
2.- Su hijo Celedonio, es el que me relata la mayoría de este apartado.
 3.- "Maquila", llamaban a los costales con grano o harina.
 4.- La "cañonera" realizaba un trabajo parecido al que hacen los vasos en la noria.
5.- "Aliviadero", en este caso, es lo mismo que torno para subir y bajar la piedra. También se llama aliviadero a las tablas que se ponían en la cacera para regular el agua que entraba en el cubo y dejar rebosar el sobrante y a las barras de hierro para poner en marcha la rueda metálica en el cárcavo.
 6.- Se solía cobrar diferente medida si se recogía el grano o si se llevaba directamente al molino. Siempre hubo suspicacias con los molineros. Metían demaseado el "cuezo", decía la gente.
 7.- Tapar la presa, no era retener el agua, sino desviarlo del río para la cacera.
8.- Los "barranqueños"eran de la Villa de Mombeltrán, de San Esteban del Valle, Villarejo etc. Solían traer aceite y vino que vendían en Navacepedilla y se llevaban harina, patatas etc.
2.- A mediados de siglo, Jose Rueda, Hijo de Sebastián y Luisa (molineros), construye otro en las proximidades del puente de La Aldea.


Molino de Sebastian- Luisa. Camino de la Aldea.



Bocana del Carcavo. Molino de Navacepedilla.



Molino de Alberto. Hoy Casa Rural. (Fot: E. Vergas)l


Molino de José Rueda, hoy casa privada. (Fot:  F.Vergas).



Eduardo, ultimo por la derecha y su familia, en
el patio del molino. Foto: Alberto López.



Foto nocturna del molino. Foto:
Alberto López.  







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