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SIGLO XX. TIO DANIEL " EL CAMINERO".

SIGLO XX. TIO DANIEL " EL CAMINERO".  

Tío Daniel con 103 años.
El 28 de Septiembre de 2003 se publicó en el Diario de Avila una entrevista que realicé al "Tío Daniel", justamente cuando le faltaban dos meses para cumplir 102 años de edad. Había vivido durante todo el siglo XX. Un hombre con una lucidez increíble y muy sensible a los acontecimientos políticos y sociales  de la época. Analiza perfectamente la situación económica y social de Navacepedilla.
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Por ello, él será el cronista de su pueblo en el Siglo XX. Transcribo a continuación la entrevista, tal y como se publicó: 
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Es uno de los pocos testigos abulenses vivos de la Guerra de África. Pasó hace dos años la frontera del centenar de años. Durante los meses estivales vive en la localidad que le vio nacer; Navacepedilla de Corneja, a los pies de la Sierra de Villafranca.
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Recuerda con su memoria fotográfica los años que permaneció en África. Fueron tres años y un mes , entre 1.922 y 1.925. "Estuve en Ceuta y Tatúan.Peor servicio imposible, malísimo. Estuve allí con Franco. Nunca nos acostábamos en una cama buena, nada más en el suelo. No creí volver mas a España. Todo el día tirando tiros y al final, teníamos que hacer una travesía para volver al campamento".
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Cabecera en el Diario de Avila. Revista del domingo 28/09/2003
Recuerda Daniel que era un momento muy peligroso porque tenían que atravesar unas montaña y "desde abajo, los moros nos atacaban. Nosotros más altos y ellos más bajos. Teníamos que pasar a gatas, con el macuto siempre puesto y los cartuchos y el fusil preparados". Las enfermedades diezmaron a la tropa, como recordaba Daniel García. "Resulta que allí se declaraban unas calenturas tifoideas, muy altas, muy malas. Tuve suerte que no me dieron, pero las tuve nada más llegar a España. Había un practicante aquí que se llamaba D. Tomás. Ese practicante fue el que me hizo a mi perder el oído. Estuve más de un mes con unas calenturas que impedían moverme. Luego, cuando me cortaron las calenturas, me fui a Madrid a un especialista de oídos". Este médico le dijo que el daño en el oído se lo habían provocado las pastillas "La Cruz Negra".
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Formaba parte de la columna de infantería, Batallón de Cazadores de Barbastro. Franco, como sostiene Daniel, estaba al frente de dos compañías, una del tercio y otra de regulares. "Estos eran los primeros que iban, después íbamos nosotros". Recuerda la mala alimentación que recibían en el frente y que "colaban el café con un saco que había tenido de sudadero un mulo de un moro y había que tomarlo porque no había otro remedio. Hacían un pan sin levadura, decían que llevaba años hecho, porque estaba duro como las piedras. Pescado comíamos muy poco y teníamos que dormir con las cartucheras puestas, nada mas que abiertas por delante para poderte doblar".
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Menciona a Franco nuevamente, "porque cuando llegó al frente africano era más que capitán, que mandaba una columna con más de diez mil hombres, una barbaridad de soldados, ¿sabes dónde teníamos que beber el agua?, de un pocito que dejaban las pisadas de los mulos. Parece mentira que tuviéramos que vivir aquello. Los cazadores iban mejor, iban montados en mulos".
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GANADERO:  Pero antes de ser combatiente en África, Daniel era ganadero en su pueblo. " Cuando yo era joven -mantiene el centenario- me dedicaba a guardar el ganado de la familia. Se pasaba muy mal, no había que comer en el pueblo. Había muchos pobres. Las cabras, los burrros, los cerdos y las vacas se guardaban por turnos, el que tenía seis cabras iba un día, el que tenía tres, dejaba pasar un turno e iba al siguiente, y así todo.Cada uno con arreglo a lo que tenía. En aquellos tiempos no había una perra, había mucha necesidad y muchos robos. Nos quedábamos en la era porque sino te robaban el "bálago" (haces de trigo a centeno) y se los llevaban a su parva".
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Las distintas anécdotas a que se refirió el entrevistado, muestra a las claras la situación en la que se encontraba el pueblo. "Tía María, "La Tuerta", tenía una hija que calzaba abarcas de piel de vaca, todavía no se conocían las de goma. Aquí todo el que quería comer tenía que guardar el ganado. Las mujeres tenían que ir a por leña al "Cancho", traían un hacejito de leña a las costillas, como los burros. Trabajaban tanto o más que los hombres en aquellos tiempos. Los hombres estaban guardando ganado en los agostaderos de la sierra y en el invierno se marchaban a  Extremadura. Si querían hacer la comida, tenían que ir a por la leña. A veces se buscaba a alguien para guardar las cabras, los burros, los cerdos y se le pagaba el jornal. Aquí hubo una señora que guardaba los burros, "Quica la Burrera". No había estanques, por lo que teníamos que estar regando de noche y de día. Por la noche teníamos que utilizar un farol para poder ver. Había que repartir el pan, no se podía comer lo que se quisiera. Ahora se tira".
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"¿Sábes cómo se hacía la farmacia? -pregunta el entrevistado al entrevistador-. Había una farmacia en Villafranca. El farmaceútico se llamaba Don Pedro, los medicamentos los pagábamos en especie. Cuando trillabas venía a cobrar las recetas que tenías y le tenías que pagar sobre lo que importaban, no le dabas dinero, le dabas centeno..... No había moneda y todo se pagaba con lo que cosechabas".
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Carretera al Puerto Chía, En ella trabajo como Caminero (Fot E. Sánchez)
CAMINERO: Reconoce que la única ventaja que dejó Franco a los combatientes de África, era el poder elegir destinos públicos en la península por haber estado en la guerra. "Por eso yo solicité la plaza de caminero", apostilló.
Comenzó en ese oficio en el año 1.930, suspendido por votar a los republicanos y restituido después con el Gobierno de Franco en Burgos. "Nos dijeron: por el voto no se puede destituir a nadie, si ustedes no han hecho ninguna picia mala, no se les puede quitar de camineros. Me jubilé en el año 1.965".
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De su época de Caminero también relató anécdotas substanciosas: "Estando de caminero en el Puerto de Chía, pasaban los molineros de Navacepedilla y La Ribera, con cuatro o cinco burros cada uno. En el invierno había días que no podían pasar por la cantidad de nieve que había, daban los costales de trigo, centeno o harina en la nieve y el molinero y los que los ayudábamos teníamos que descargar y trasladar los costales hasta donde había menos nieve y volver a cargar las caballearías. Muchas veces tuvieron que quedarse en la Vega (San Martín de la Vega) durante varios días, porque no podían pasar el Puerto Chía de la nieve que había. Otros que pasaban el  Puerto con frecuencia, eran los arrieros, gente con mulas que lo pasaban por la noche, con estraperlo. Solían traer aceite y vino de las Cinco Villas para cambiarlo aquí por patatas, judías, harina, trigo, centeno, etc. Todo a escondidas de la Guardia Civil".
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A la puerta de su casa (Ft: F.Vergas)
Las votaciones que se llevaron a cabo en la época de la República, les complicaron la vida, pues a los camineros les quitaron el puesto de trabajo al haber votado a la izquierda. "Nos quitaron, pero después teníamos derecho a votar a quien quisiéramos, que por el voto no podían destituir a nadie y tuvieron que volver a reponer a todos".

La vida era muy difícil en esos años de la posguerra. Había mucha gente empeñada, sobre todo con los comerciantes. Al no poder pagar los productos que se adquirían, al final de la temporada la lista de deudas era interminable. "Tu que coños sabías lo que debías, si no llevabas la cuenta de nada... Luego, si no pagabas se quedaban con tus fincas. De muchas fincas pequeñas de los pobres o de los obreros se hicieron con fincas grandes". Mira -prosigue denunciando el entrevistado-, "para que te des cuenta, ellos eran los ladrones. Tenían hecha una sociedad. Ellos mismos robaban las yeguas, los burros... para que los aseguraran con ellos. Las caballerías que estaban aseguradas, todas aparecían; las robaban ellos mismos, las llevaban por ahí, las tenían unos pocos días, "déjalas de mi cuenta", y como eran ellos mismos los que las habían robado aparecían las caballerias. Todo para que las aseguraran con ellos".
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Cuenta el tío Daniel, con una gracia increíble, hazañas de lobos, de ronda, de carnavales, de siega, de trilla... "El viudo o forastero  que se casaba con una moza del pueblo, tenía que pagar a los mozos la "costumbre" y al que no la pagaba le daban la "cencerrada", que consistía en tocarle a su puerta, o en el lugar de la boda, todos los cencerros que encontraban, que eran muchos. Hasta que no pagaba la costumbre, no cesaban".

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Hasta aquí la entrevista publicada en el Diario de Avila. A continuación expongo algunos relatos que no se publicaron, que me contó, y que completan esta historia.
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Episodios de lobos: Cuenta que muchas noches tenían que salir los vecinos del pueblo a ayudar a los ganaderos porque los lobos les soltaban las ovejas de la red para matarlas. "Entonces había muchos lobos, con ellos se peleaban los perros que las guardaban. Criaban en el Liriazo y en el Canto de la Lobera, en cualquier sitio se presentaban. Bueno, entraban en el pueblo a comerse los perros. Una vez tiraron un tiro a uno en la plaza. Eso lo sabes tu. Una día que estaba yo guardando las ovejas nuestras en Cirbunaloco, fíjate lo que vi, a un lobo que llevaba cogido del cuello a un borrego y con el rabo le daba en el culo para que caminara deprisa".
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En cuanto al pago de las deudas a los comerciantes, lo expresa muy gráficamente: "...ibas a por una soga, ¡apunta!, tenías que comprar una reja, ¡apunta!, dame aceite, ¡apunta!... cuando acababa la temporada ya no sabías lo que debías ...". Cuando no pagabas, te embargaban las fincas, y agrega: "Si vas a Navazás, o a los Prados de Abajo, te darás cuanta que ahora son una sola finca, pero que se notan las divisiones anteriores, eran de muchos.

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¿Cuando salió  por primera vez del pueblo a la Capital?.
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¡¡¡Uf...!!!, fui a la capital de Avila, cuando tenía ocho o diez años, las mozas de este pueblo se tenían que marchar a servir a Madrid. Entonces no había coches de línea como ahora y las teníamos que llevar a Avila en burro. Yo tenía una hermana que se llamaba Juana, que era moza, que luego se casó con Dionisio. Como otras muchas las llevábamos en burros, ellas montadas y nosotros "viendo la carretera".
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Finalmente, el "Tío Daniel", naturalmente  agotado, dejó esta tierra. Me contaron sus hijos que llamaron al médico y con su acostumbrada lucidez le dijo: "Oiga Vd., yo se que le han llamado y que tiene que venir, pero a mi ya no me puede Vd. hacer nada, no se moleste más". Todo un carácter.


OTROS EPISODIOS DEL SIGLO XX


Aprovechamiento y Reparto de las Aguas del río Corneja:
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Desde el año 1.842, fecha del reparto, no cesan los conflictos entre Navacepedilla y Villafranca, por los pastos y, sobre todo, por las aguas. Los sucesos últimos, que todos hemos conocido, ocurren en 1.947, en pleno siglo XX. La mecánica es la misma, subida del alguacil de Villafranca con el edicto y negativa de Navacepedilla a aceptarle y a observar lo que en él se mandaba. Se suceden varios juicios en ese año, hasta que interviene en el conflicto el Gobernador Civil de la provincia que reune a los dos pueblos y acuerdan repartir el agua por superficie regada, previa certificación enviada por los dos Alcaldes. Finalmente dicho Sr. Gobernador comunica al Ayuntamiento de Navacepedilla lo siguiente:
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Presa del Calvario.(Fot: L.F.Vergas)
"En relación con su oficio del 10 de los corrientes al que acompaña relación de las hectáreas con derecho a riego del río Corneja, le manifiesto que visto el informe emitido por la Jefatura de la Sección Agronómica, con esta fecha comunico al Sr. Alcalde de Villafranca de la Sierra para conocimiento de la Comunidad de Regantes, que la cantidad de agua que se precisa para regar, en la época de estiaje, que se produce en el mes de Agosto, la superficie afectada de ese término municipal, es para cada riego de un total de sesenta y cuatro horas, que representan dos días y quince horas para jornadas de riego de 24 horas, o bien cuatro días para jornada de riego de 16 horas, entendiéndose cada semana.- La Comunidad de regantes de Villafranca, podrá establecer en esa, la vigilancia que estime oportuna para evitar se rebasen las cantidades señaladas".
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Río Corneja. (fot: E. Sánchez)
Desde esa fecha de 1.947, no se han producido ningún incidente y los dos pueblos han disfrutado de paz y tranquilidad. El reparto del agua, en la época de estío, con arreglo a la superficie regada, es una cuestión lógica y de justicia. La costumbre, en Navacepedilla, ha consistido en cortar dos únicas regaderas durante el día, una en la Aldea y otra en Navacepedilla,  (tarda doce horas aproximadamente en llegar el agua a Villafranca). Por la noche, se echa todo el agua para Villafranca, con lo cual Villafranca tenía a su disposición todo el agua durante el día, (ahora, año 2011, solamente se corta una regadera en Navacepedilla). Ha sido lo mejor para todos. Este ha de ser el camino futuro para que los dos pueblos vivan en hermandad y concordia, que se resuelvan los problemas con diálogo y con lógica, sin necesidad de aprovecharse unos de otros.

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Llega la luz eléctrica y el Teléfono:
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Candil de aceite
Conocimos las candilejas, los candiles, los faroles de mano, los candiles de petróleo, un poco más avanzados, los de carburo.
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Capuchina
Anterior a los años cuarenta ya funcionó en Navacepedilla la luz eléctrica, que bajaba, subía o se quedaba tan débil, sobre todo en verano, que apenas veíamos. La producía una dinamo que estaba conectada a la correa del molino de tío Eduardo. Mejoramos ostensiblemente con la contrucción de la central local en el puente de "La Luz", hasta que por los años sesenta se conectó con la Red Eléctrica Nacional.
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Por los años cincuenta se instaló un teléfono público en Navacepedilla en casa de Pablo Sánchez, posteriormente en la de Juan Francisco.

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Abastecimiento de Aguas al pueblo:

Diario de Avila de 21/08/ 1.981



Diario de Avila del 22/08/1.981















 No me parece que en una crónica sobre Navacepedilla, hubiera que dejar fuera uno de los logros más importantes para el pueblo, con el que todos estamos contentos. Cada uno, en aquellos momentos, defendimos, nuestras posturas, teníamos todos derecho a ello. Con el tiempo todo pasó y volvimos a la normalidad.

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Llega la Televisión: A finales de los ochenta, el Ayuntamiento nos propone colocar un repetidor para poder ver la Televisión con ciertas garantías. Como el Ayuntamiento no contaba con recursos, los vecinos, en su inmensa mayoría, pusimos ocho mil pesetas? cada uno para costear el primer repetidor. Después nos devolverían lo que habíamos dado, y con ayuda de la Diputación Provincial, se colocó un segundo repetidor más eficiente que el anterior, que es el que actualmente funciona.

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Inundaciones en Navacepedilla de Corneja:
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Con esta noticia de la Cadena Ser, me desperté la madrugada del día 2 de Septiembre de 1.999 y agregó el locutor: "dieciocho monjas han sido rescatadas, por los vecinos, de un albergue en Navacepedilla de Corneja de la provincia de Avila..., los sucesos ocurrieron ayer día uno, por la crecida del río Corneja  y Chía como consecuencia de una enorme tormenta....".
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Puente del Molino, desaparecido. (Fot:E.Sánchez)
Hemos conocido crecidas de los ríos, pero como ésta ninguna. Todos los puentes del Río Corneja desaparecieron y sólo quedó en pie el de la Fuente, y el de la carretera en el río Chía. Arrastró ganados que aparecieron varios kilómetros aguas abajo, anegó huertas y produjo cuantiosos daños.
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Estuvimos incomunicados con Villafranca, el  puente de entrada a Navacepedilla y el de la Gargantilla sufrieron daños, al arrastrar el ímpetu de las aguas enormes troncos de árboles que los taponaron, desviando las aguas y provocando socavones.
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Puente de la Fuente, sobre río Chía.(Fot: F.Vergas)
Una vez acabada la tormenta se podía caminar, sin ninguna dificultad por el cauce del río, todo era diferente. En el curso alto los torrentes habían arrastrado enormes piedras. "Las Latillas" y "El Puente de la Aldea", totalmente desconocidos: En la zona del puente, apareció el lecho antiguo del río, una "lanchera" blanca que contrastaba con la zona plácida y verde anterior, que sostenía la presa de "El Calvario",también desaparecida. 
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El Albergue, en la confluencia de los dos ríos.
Ha costado varios años en recuperarse la fauna y la fisonomía del río, es  posible que todavía existan zonas sin truchas comunes.
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Es de justicia destacar, el riesgo que corrieron algunos vecinos de Navacepedilla, atravesando la riada para atar una soga a la ventana del albergue y, a través de ella, rescatar a las monjas. La solidaridad del pueblo se puso de manifiesto cogiéndolas en sus casas.
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Aquí estaba el Puente del Molino. (Fot: L.F. Vergas
En Navacepedilla no hubo víctimas, pero se produjeron tres. En la carretera  de Avila a Madrid, en las proximidades de Bernuy-Salinero, la tromba de agua sorprendió a una familia, arrastrando el coche en que viajaban, llevándose las aguas a los dos niños pequeños que llevaba abrazados su padre intentando salvarlos. En el Herradón de Pinares, mas de cuarenta vacas fueron arrastradas hasta el Pantano de El Burguillo, donde perecieron ahogadas.
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La Junta de Castilla y León evaluó los daños, en los pueblos afectados en 1.000 millones de pesetas en un proyecto de Ley de 5 de Octubre de 1.999 (BO de Castilla y León nº 11) 

















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